15/10/09

Las plazas soleadas de la memoria


(Ana Enid Lopez Rodríguez. El Nuevo Dia, Puerto Rico)


José Luis Rodríguez tiene memoria selectiva. De su pasado sólo recuerda los momentos gratificantes y a lo negativo le dio ‘delete’. Dice que ésa es su fórmula para el éxito, porque para él, “el éxito está en el presente”.


“No me gusta hurgar en el pasado, la verdad es que no sé hacerlo. Quizás llegue un momento en que tenga que recopilar recuerdos, pero creo que lo de ayer ya no me sirve. Mañana tampoco está, así que sólo tenemos el presente, y hay que vivirlo”, filosofa el artista venezolano, reconocido internacionalmente como “El Puma”.

En 48 años de carrera, el cantante y actor ha grabado más de 50 discos, protagonizó unas 18 telenovelas, recibió infinidad de reconocimientos y ha compartido el escenario con innumerables figuras. Todo ello está documentado, pero no en el hogar de José Luis Rodríguez, donde nadie encontrará trofeos o fotos en exhibición.


“En mi casa no existe una egoteca”, dice con naturalidad. “Dios me ha regalado tantos privilegios, pero tengo el deber de seguir haciendo”, añade, el artista, quien de niño se sintió inspirado a ser cantante por inmortales como Carlos Gardel, Pedro Infante, Jorge Negrete y Elvis Presley. “Veía las películas y me decía: ‘Yo puedo hacer eso’”, evoca.

Huérfano de padre a los seis años, el menor de 12 hermanos encontró el impulso que necesitaba en su madre, Ana González, para perseguir su sueño. “Ella fue padre y madre a la misma vez y por eso no sentí tanto la ausencia de mi papá. Fue una figura superimportante en mi vida, porque siempre estuvo ahí presente, depositó en mí mucha atención y amor. Si a alguien debo agradecerle es a Dios y a mi madre”, comparte el artista.


José Luis Rodríguez se inició en la música mientras estudiaba su bachillerato con el quinteto Los Zeppis. Pero considera que descubrió que cantar era su vocación cuando en 1963 reemplazó a Felipe Pirela en la orquesta del maestro Billo Frómeta, “Billo’s Caracas Boy”.


Pero el joven talento sentía que podía hacer más, como sus ídolos de las películas, por lo que pidió una oportunidad para actuar en televisión. “Empecé haciendo una comedia, ‘Cantando nace el amor’, un programa semanal con un excelente libreto. Y luego vinieron las telenovelas. La primera fue una novela en vivo, ‘Donde no llega el sol’. Estaba muy nervioso porque no había estudiado actuación, cuando me dijeron que el protagonista iba a ser yo”, relata mientras se le escapa una leve sonrisa.


Mas fue el melodrama “Una muchacha llamada Milagros”, la que marcó su vida, con el papel de “El Puma”. “La escritora Delia Fiallo me explicó que el personaje estaba inspirado en la canción de Sandro, ‘Mi Amigo El Puma’. Me dijo que tenía que dejarme crecer el pelo, porque era un tipo muy misterioso y lucía un collar con un colmillo que usé por mucho tiempo hasta que alguien me lo arrancó. A mí me encantó la idea y en adelante no pude zafármelo... ni quise zafármelo”, aclara.

Aquella melena se transformó en el sello de “El Puma”, que a sus 66 años conserva frondosa. “Dios es tan generoso que me tiene con cabello todavía”, comenta mientras asegura entre risas que no le dedica cuidados especiales a su cabellera.


Galán de galanes, considera que no fue sólo su físico lo que le ganó tanta popularidad. “Realmente, lo que recibe la gente es tu parte interior, no es el cuerpo. Puedes ser un actor muy guapo, pero si no transmites algo espiritual, no le llegas a la gente. Aprendí hace años a no ver formas, sino espíritus. Nunca jugué al galán ni al 'playboy', nunca”, recalca.

En la década del 70, en pleno ascenso artístico, causó furor al anunciar su ingreso a la religión protestante. La reacción que provocó esa confesión, dice, aún no la entiende, “porque hay un solo Dios; una sola raza, la humana; y una sola religión, al amor”. Hoy mantiene su fe cristiana y se congrega “cuando tengo tiempo, en una iglesia pequeñita, muy humilde”.

Su templo, añade, “es la familia y la Humanidad en general”. Aunque como persona, admite, “he cometido muchos errores” y como padre no se considera el mejor, “porque mi vida ha sido viajar y me perdí muchos momentos importantes”. No obstante, considera que tomó la decisión correcta, “de dedicarme en cuerpo y alma a transmitir amor, alegría y optimismo a la gente, porque para eso vine a este mundo”. Por eso, se considera “privilegiado y agradecido” de mantenerse aún vigente.


A su esposa, Carolina, le concede el crédito de haber colaborado en la estabilidad de la que goza hoy. “Ella ha sido una bendición en mi vida, porque es una mujer realmente comprensiva, dulce, de la que aprendo muchas cosas todavía y las pongo en práctica”, revela.


De los escándalos que ha protagonizado, lo único que comenta “El Puma” es que ninguno ha sido provocado por él. Enseguida activa su memoria selectiva y reitera: “Pasé la página, ¿para qué voy a volver al pasado?”.

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